Cuenta la leyenda que el Portal del León es una parte esencial de la preparación del discípulo. Una vez iniciado su camino espiritual, el adepto habrá de encontrarse con un portal enorme protegido por dos grandes bestias. Estos guardianes tienen apariencia amenazadora e interrogan a cualquiera que desee atravesar ese umbral. El iniciado deberá responder con valentia y verdad esas preguntas si tiene esperanzas de continuar su camino:
-¿Qué buscas? ¿A quien sirves? ¿Quién eres realmente?
El adepto mira a su alrededor. Ve señales de que otros peregrinos antes que él han fracasado y los leones acabaron con ellos. Sabe que debe responder con verdad e ingenio. Debe desvestirse de todos sus ropajes, dejar las provisiones y todo lo que trajo para esta travesía. Porque no le servirán de nada para lo que habrá del otro lado. Pocos pasan la prueba, pues los leones tienen buen juicio y pueden oler el miedo y la mentira. Pero es imprescindible para todo buen discípulo despojarse de todo y sobre todo del miedo, ya que lo que busca en esta parte del camino es pulir el oro de su corazón.
La enseñanza propuesta en esta metáfora es quitarnos los velos de las programaciones aprendidas, de la mentalidad de carencia, del ego, del victimismo, de culpar a todos de mis miserias, salir de los traumas y los malos recuerdos. Si una hace el trabajo introspectivo de ver por que se crearon esas situaciones, por qué formé parte de relaciones en donde el amor y el respeto no fueron recíprocos, en donde fui maltratada, no se me tuvo en cuenta, o sentí miedo y me quedé callada, quieta… o reaccioné con enojo, envidia, haciendo daño al otro solo porque no me aceptaba ni amaba a mi misma. Las caras del desamor son muchas, y cuando somos asi, nos convertimos en la misma fiera a la que tanto tememos. El león no miente. O nos convertimos en su domadora o somos devoradas por nuestra bestia interior, la oscuridad, el ego que compite y gana o destruye.
Como creadoras de realidad, debemos ser sinceras y entender que siempre estamos eligiendo y definiendo, pero en lugar de hacerlo desde la expansión y el amor, podemos hacerlo desde el miedo, la envidia, el odio, el apego… es hora de ser honestas, de ver esas partes que muchas veces no nos gustan de nosotras, y tener el coraje de sacarnos todo eso antes de pasar por el portal.
El portal nunca esta afuera de nosotros. La luz que nos espera del otro lado no es otra que la luz que somos desde siempre, sin principio ni final. Nuestro ser superior, nuestra Esencia en todo su potencial, el alma que ama y experimenta.
El coraje del león, rey de la selva que no teme a las demás bestias, nos ayuda a este proceso. El sol, regente de Leo, es nuestra llama única que venimos a traer a esta realidad. Esa que nadie puede copiar, eso que nos hace especiales ante el universo.
El tarot con su sabiduría ancestral, nos aporta la historia de la Santa Tecla, quien es la mujer que aparece en el arcano La Fuerza. Una prisionera y martir de la época de los romanos, cuando se llevaba a los primeros cristianos a pelear con los leones hambrientos. Mientras todos morian despedazados, Tecla parecía domesticarlos como a gatitos, hablándoles y acariciandolos. Esta imagen se popularizo y fue tomada por el tarot como mensaje de domesticar nuestra propia fiera interior, nuestras partes mas primitivas y encauzarlas con el poder del espíritu y el discernimiento. El autocontrol, el poder obrar desde el amor y no desde la herida, estar en presencia plena, sin animo de imponernos sobre el otro sino abriéndonos a él, posiblemente sea el mayor regalo que podemos darnos a nosotras mismas.
El fuego del león es necesario, su pasión, su acción, su valentía. Pero debemos ser nosotros mismos quienes lo sepamos guiar con un espíritu amplio y sabiduría. El león nos libera de la energia estancada y podrida del miedo, nos obliga a actuar.
Este proceso es especialmente productivo ya que se potenciara con el portal del 8 del 8 y la luna llena del 9. Una semana con mucho trabajo interior y muchos rituales!
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